Sordera: alternativas clínicas y congestión en su tratamiento
Desde el área de la medicina, la limitación auditiva es considerada como una discapacidad física que las personas padecen antes de nacer o adquieren en una etapa de la vida. En los diferentes casos clínicos, muchas veces los pacientes tienen otro tipo de limitaciones asociadas que, en ocasiones, dificulta los tratamientos determinados que contribuyen con reparar daños en el oído o realizar terapias de fonoaudiología.
​
Según las estadísticas del Instituto Nacional para Sordos INSOR 2017, a través de tres censos realizados por tres entidades diferentes, el mayor grupo de población sorda en Colombia tiene más de 60 años.
​
El Registro para la Localización y Caracterización de Personas con Discapacidad (RLCPD) del Ministerio de Salud arrojó que en 2016, el número de personas sordas pertenecientes a dicho grupo poblacional fue de 77.834 mientras que en 2017 aumentó a 82.817.
Dicha cifra conlleva a suponer que la vejez es un factor influyente en la pérdida de la audición de algunas personas por lo que la sordera no es, ni se debería considerar, como un tema ajeno a la sociedad oyente.
​
Por ende, nadie está exento de sufrir pérdida auditiva o estar al cuidado de una persona sorda. Para ello, Diosa Murillo, otorrinolaringóloga del Hospital Simón Bolívar de Bogotá, cuenta cuáles son las alternativas clínicas posibles, qué causas o síntomas hacen parte de esta y qué cuidados se deben tener en cuenta al momento de tratarse a un paciente con pérdida auditiva.
Martín González (MG): ¿Cuál es el término médico para referirse a esta discapacidad y de qué forma se catalogan los diferentes niveles en la pérdida de la audición?
​
Diosa Murillo (DM): El término adecuado es hipoacusia. Esta se considera como la disminución en la agudeza auditiva de las personas. Existen tres tipos: conductivas, neurosensoriales y otro denominado mixto, el cual combina las dos anteriores.
​
Cuando se habla de conductivo nos referimos al daño en el oído medio y oído externo. Ahora, si hablamos de neurosensorial, el daño es a nivel de la cóclea, el nervio auditivo, a nivel central, es decir toda la corteza auditiva (tallo cerebral, encéfalo, cerebro). Cuando se entienden estos tres tipos entonces se determinan sus clasificaciones: Congénitas, con las que se nace y Adquiridas que son las que se producen después del nacimiento.
​
Las Congénitas se clasifican en Idiopáticas, que quiere decir que no se conoce la causa. Y en Genéticas que tienen que ver con alteraciones a nivel de la cóclea y generan malformaciones que inducen al no desarrollo de alguna parte del oído externo, medio e interno. Con respecto a las Adquiridas, estas tienen que ver con infecciones, traumas o lesiones y tóxicos.
​
MG: ¿Cuáles son esas causas por las que se puede sufrir de daños en el oído después del nacimiento y adquirir hipoacusia?
​
DM: Nos referimos a traumas cuando hay una fractura que afecta el hueso temporal que es donde está ubicado el aparato auditivo y puede causar una lesión en las mismas zonas del oído. Involucramos también al hecho en que las personas se introducen cuerpos extraños. Esa limpieza con los copitos, una pluma o un lapicero y sin querer hacen un movimiento inesperado, entonces perforan el tímpano o la membrana timpánica que es la que recibe el sonido para poder transmitirlo o produce lesión en la cadena osicular (Martillo, Yunque y Estribo) que son los que traspasan el sonido hacia la cóclea.
​
Cuando hablamos de tóxicos nos podemos referir a medicamentos que contengan sustancias con afinidad al oído. Por ejemplo analgésicos como el ibuprofeno que pueden ser ototóxicos en altas dosis, algunos medicamentos para paludismos o antibióticos que tienen selectividad para dañar el oído interno.
​
MG: Usted además habla de infecciones que pueden conllevar a adquirir la hipoacusia.
​
DM: Quiero aclarar lo siguiente: la amigdalitis no produce hipoacusia. Las infecciones virales pueden generar inflamaciones en el oído interno y estas se presentan tanto en niños como en adultos y se conocen como sorderas súbitas que se deben tratar a tiempo en su desinflamación.
​
Pero cuando hablamos de infecciones, estas guardan alguna relación con el tratamiento. Hablando de ototoxicidad de medicamentos, hay personas con diagnóstico de inflamación a las que se le ordena un medicamento y en él puede haber estos tóxicos.
​
También es importante resaltar que algunos tumores producen estas sorderas súbitas, entonces nos damos cuenta de que existe el tumor cuando notamos la pérdida auditiva o viceversa.
​
MG: ¿A qué edades es posible encontrar soluciones tales como el implante coclear?
​
DM: Si hablamos de las adquiridas y es una malformación congénita tenemos alternativas de solución dependiendo qué estructuras son las que están comprometidas. Si el paciente tiene dicha malformación en el oído medio y externo, él tiene una pérdida de tipo conductivo y la ventaja es que es unilateral, es decir que tiene un oído bueno y el otro no. En ese caso no se le da ninguna ayuda porque tiene uno de ellos en perfecto estado.
​
Pero si es una alteración al nivel del nervio, de la cóclea, existen dispositivos como el implante coclear. Estos tienen un uso limitado, por lo que el ideal es que el paciente sea menor a cinco años por un tema conocido como plasticidad neuronal que significa que el cerebro todavía puede recibir ese tipo de lenguaje y no está ocupado por la Lengua de Señas.
​
MG: Hay niños meres de cinco años, por ejemplo, a los que se les ha diagnosticado Meningitis, pierden la audición pero no se les informa que existen alternativas para tratar dicha pérdida. ¿En este caso cuál es el deber hacer del médico frente a un caso como estos?
​
DM: La infección más frecuente que produce la sordera es la Meningitis y si no se trata a tiempo, corremos el riesgo de que la Cóclea, si queremos poner un implante, se cierre, entonces nos toca actuar de manera temprana. Pero no es la infección en sí sino las complicaciones que esta genera.
​
Ahora, qué se le debe decir al paciente. La plasticidad neuronal es la capacidad del cerebro para adquirir un hábito o para aprender algo. Esta sirve para escuchar, para hablar o caminar. Si se encierra a un niño durante los seis años y se quiere que a esta edad el niño camine no lo va a hacer porque su cerebro no desarrolló su corteza motora. En el tema de la audición sucede igual, la corteza del lenguaje se ocupa por las señas. Si llega un niño de ocho años que nunca ha tenido lenguaje, que percibe ruidos o sonidos pero no identifica lenguaje porque nunca fue estimulado, es imposible que escuche con el implante.
​
MG: Hay casos en los que las mamás dicen ver avances de lenguaje oral en sus hijos de ocho o nueve años y que guardan la esperanza de que el niño logre escuchar. ¿Qué decirles cuando la persona sorda no ha estimulado este tipo de lenguaje?
​
DM: Eso es un tema de fe en donde uno no debe meterse. A mí me han llegado a ofender porque les digo que sus hijos ya no van a escuchar por lo mismo y lo que se debe ser es realistas frente a este tema.
​
Hay un factor que resulta inquietante. Colombia tiene uno de los mejores sistemas de salud en el mundo donde se les dan subsidios a los pacientes. Qué pasa, que hay personas de nueve o diez años a los que se les ha autorizado un implante coclear cuando se sabe que no va a cumplir ninguna función, entonces hay sordos de cinco años que están esperando lo mismo pero que por lo anterior se ven obligados a esperar su autorización y cuando eso pasa ya el paciente tiene siete u ocho años y ya dicho implante no le va a funcionar.
​
MG: ¿Una alternativa necesaria puede ser que a los otorrinolaringólogos se les enseñe Lengua de Señas con el fin de tratar a pacientes que no estimularon el lenguaje oral pero que acuden por dolor o complicación en uno de sus oídos?
​
DM: Sería una alternativa interesante pero no solo a los otorrinos, también a los abogados, profesores, etc. No me enfoco solo en otorrino porque a nosotros nos llegan todo tipo de pacientes, pero cuando hablamos de pacientes sordos, prelinguales o poslinguales (que antes o después estimularon el lenguaje) no llegan para un tratamiento de su oído porque ya lo han perdido. Si es un paciente poslingual, él me puede leer los labios y me entiende.
​
Sin embargo, sí es interesante que toda la sociedad aprenda Lengua de Señas para poder comunicarnos con ellos.